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29 de set. 2023

MI SPARTATHLON

 



Muchos kilómetros y horas de entreno, muchas horas de correr y correr, con calor, cansado, día tras día, mucha ilusión en un sólo proyecto, la Spartathlon me había absorbido completamente.
No había día que no visualizara mi llegada a Esparta, cada día, sin tregua.
Cada día recorriendo las carreteras griegas con la imaginación, lentamente, soñando el momento de poder por fin correr como Filípides y llegar a los pies de Leónidas y formar parte de la historia misma.
La última semana antes de partir, pasé un resfriado que me dejó muy débil y sin energía, más que nada fue mental, porque el entrenamiento ya estaba hecho, o por lo menos, yo creía que estaba hecho. O puede que no. 
Estos últimos días todo eran dudas, me daba miedo no estar a la altura de un evento de tal magnitud, pero tampoco tenía a quien recurrir, eché de menos la figura de un entrenador o de un coach o alguien que me garantiza el éxito, pero esto no existe, ya lo sé, sólo contaba con mis recursos como corredor y como persona. Todo el mundo me animaba y me deseaba suerte y yo por dentro pensaba en lo acojonado que llegaba a estar...

Y por fin llegó el día, no me lo podía creer, estaba en la línea de salida de la Spartathlon, la carrera que había soñada durante años. Aquella noche dormí poco y mal, como siempre los nervios me traicionaron. Llevaba dos días en Grecia, respirando y viviendo el ambiente de esta gran carrera, haciendo los preparativos, compartiendo con otros corredores impresiones y estrategias de carrera. Había corredores que lo llevaban todo bajo control: los puntos kilométricos, avituallamientos, tiempo de corte, desniveles... todo controlado. Y yo que casi no me lo había mirado ...
Yo soy de los que se deja sorprender, sólo sabía que la carrera eran 246 km y con una subida de mil metros en el kilómetro ciento y pico más o menos y poco más, soy un desastre en ese aspecto.  Correr al fin y al cabo es un acto emocional y las matemáticas no son mi fuerte. Todo el tema logístico lo dejé en manos de mis ayudantes, Mia y Lidia, que hicieron un trabajo excepcional.
Yo sólo sabía que estaba dispuesto a darlo todo, me dejaría la piel. Correría hasta que no pudiera más, controlando el ritmo y hasta donde llegara, y un poco más y quizás más allá y quizás incluso, mucho más allá, donde nunca  he estado...

Salida, con la acropolis al fondo.

La salida desde la Acrópolis de Atenas es espectacular, cientos de corredores de todo el mundo dándose ánimos, haciéndose fotos y deseándose suerte. Yo no soy muy dado a todas estas cosas, más bien me da por concentrarme conmigo mismo, mirando en mi interior e intentando aislarme un poco de todo, puedo parecer hosco y distante pero necesito hacerlo así, cuestión de carácter...
Por fin salimos. Son las siete de la mañana y todavía es de noche, me encuentro muy bien, me ha pasado el dolor de cabeza de estos últimos días y todas las molestias musculares y articulares han desaparecido. Me siento muy extraño, parece que tenga que hacer algo muy excepcional  o diferente, pero al final lo único que tengo que hacer es correr. Correr y nada más y de eso ya sé, ya lo creo...
 Me dejo llevar y empiezo a disfrutar, todos estos meses de preparación, todos los nervios y tensiones por fin desaparecen y fluyo, floto, casi como volar. Sé que vendrán momentos muy duros y que será muy largo, pero ahora mismo no quiero pensar.
Los primeros kilómetros los hago con Jordi, un gran corredor que hace poco terminó una carrera que atraviesa todo el Pirineo, vamos hablando todo el rato de sus aventuras y me pasa el tiempo muy rápido, el ritmo es muy cómodo y aunque sé que falta muchísimo a mí me parece que vamos muy lentos. Hacia el kilómetro diez mas o menos lo dejo y emprendo esta aventura en solitario, y digo en solitario porque entre japoneses, finlandeses, búlgaros y mi inglés ...
Pasamos calles y más calles, semáforos, cruces, coches ... la gente va a trabajar y todo el mundo anima, se nota que los griegos conocen la carrera de cada año y todos colaboran. 

Ahora ya si que estoy totalmente metido en carrera, corriendo muy cómodo y disfrutando de poder estar aquí, me siento un privilegiado y el sentimiento del público es de respeto y admiración.

Paso el maratón en cuatro horas y cinco minutos, algo más de lo que tenía previsto pero vaya, de momento todo va muy bien y marcha sobre ruedas. Aquí me esperan Mia y Lidia pero no necesito casi nada la verdad, el próximo avituallamiento para poder recibir asistencia es en el kilómetro ochenta y uno y para allá que me voy ...
A partir del kilómetro 50 empiezo a notar un poco el cansancio, he visto gente que caminaba ya en el kilómetro treinta y yo de momento no lo quiero hacer. Quiero pasar los tiempos de corte con suficiente margen, para ir tranquilo después si la cosa se tuerce. La temperatura es bastante agradable aunque el sol pica, y con ganas.
Pienso en la gente que me ha apoyado en esta aventura, y sobre todo, pienso en mi familia, siento su fuerza y ​​energía en la distancia, no los puedo defraudar. Vamos, Esparta me espera!
Hacia el kilómetro 70 siento una molestia en un dedo del pie y creo que es una ampolla, llevo zapatillas de repuesto y estoy deseando llegar ya en el km 81 para poder descansar y cambiarme. De hecho, estoy bastante cansado pero de ánimos y energía estoy a tope.

llegada al km 82 con Paris Canals
Llego al avituallamiento junto con Paris, gran corredor y compañero de habitación, voy bastante tocado pero tengo todavía una hora y media de margen del tiempo de corte. Estos últimos kilómetros me han hecho sufrir considerablemente y tengo la primera crisis. Mia y Lidia me tienen preparada una silla y nada mas llegar, me siento, como, me cambio de ropa y zapatillas y veo una ampolla debajo de una uña que da miedo. No pasa nada, venga gas, que aún falta mucho.
Salgo del avituallamiento totalmente renovado y sigo corriendo, horas y horas, aunque ahora no quiero caminar, sé que lo tendré que hacer cuando empiece la zona de la montaña. De vez en cuando me da por hacer cálculos; que si ritmo, que si kilómetros que me faltan, horas ... buf, mejor no pensar en ello. Se trata de poner un pie delante del otro, nada más, dejarse llevar y siempre avanzar, poco a poco, y tener paciencia.
Para mí correr, es algo más que una actividad física, es un viaje hacia mi interior, una forma de pensamiento en forma de acción, una manera de vivir a cada paso, intensamente. Y eso es lo que me empuja y me da fuerza para continuar, a pesar de todas las adversidades que me he encontrado y me encontraré.

carreteras Griegas, siempre con vistas al mar. 

Kilómetro 100, algo menos de once horas, voy muy bien de tiempo y muscularmente me encuentro las piernas bastante frescas, pero lo que más me hace sufrir son los pies. Me molesta la planta y ha ratos los laterales, me cambio las zapatillas a menudo y esto me atenúa el dolor un poco, pero no del todo.

En ese punto de la carrera supe que lo que estaba haciendo, era lo que quería hacer. Me sentí un verdadero corredor de ultrafondo, aquel que se sobrepone a las adversidades y además con alegría, cien kilómetros en las piernas y cien más por adelante y cuarenta seis de propina, eran unas perspectivas apasionantes ...

Sufrí una pequeña caída, nada grave.


Empieza a hacerse de noche y con ella empieza otra carrera. La circunferencia delante mío de la luz del frontal como única compañía y un montón de kilómetros por delante. Tengo ganas de que llegue la subida, por lo menos para que cambie algo.
La carrera tiene setenta y cinco avituallamientos, la distancia entre ellos es de dos, tres, cuatro, o como mucho seis kilómetros, esto hace que a menudo pueda coger agua y comer algo. De estos setenta y cinco hay nueve en los que puedo recibir asistencia y la verdad es que se agradece muchísimo saber que hay alguien que está pendiente de mi, que te lleva lo necesario, te anima y te apoya.
kilómetro 124, llevo catorce horas y media, voy muy bien, estoy haciendo un carrerón , pero en el fondo, muy dentro de mí, todavía tengo la incertidumbre del que no sabe lo que le espera. Esto es muy, muy largo y hay que tener mucha paciencia, no perder la fe en uno mismo y seguir corriendo.

Empieza un largo camino polvoriento que me deja los pies aún mas destrozados, las piedras y el polvo me entra en las zapatillas y me roza por todas partes. No paro de sacármelas, me las aprieto, ahora las aflojo, ahora las vuelvo a apretar... estoy sufriendo mucho de los pies y no me gusta, sé que en estas condiciones no llegaré muy lejos, pero yo no paro, eso si que no, venga va!

Y finalmente empieza la subida, había oído hablar de ella y realmente no me defraudó... una larga carretera que sube hasta un collado, y luego más arriba todavía, veo las luces arriba del todo y solo de pensar en lo que tengo que subir me aterra. Sube sube y sube, caminando, paso lento, pesado. Hace frío y me pongo  la camiseta térmica y los guantes y noto, con  cada paso, como pierdo la energía. Me cuesta mucho avanzar, tengo sueño, se me cierran los ojos, hago zig zag  y me duermo de pie, estoy hecho puré, no puedo con mi alma.
 A llegado la hora en que el ultrafondo te regala estos momentos tan mágicos, aquellos en los que has de sobreponerte sí o sí, como sea, y seguir luchando, no hay otra, me encanta...

Kilómetro 146. Llego arriba el collado totalmente exhausto, Mia y Lidia me cuidan como a un niño, me cubren con mantas y les digo que necesito dormir, sólo unos minutos, pero soy consciente de que si me abandono ya no me levanto. Cierro los ojos solo unos minutos y me digo a mis mismo que no he llagado hasta aquí para ahora dormirme. Me tomo dos vasos de sopa, un gel y una pastilla de cafeína y después de unos minutos luchando contra el sueño y con mi fuerza de voluntad, sigo arriba, haciendo un esfuerzo sobrehumano pero con determinación.


En este punto la ayuda de Mia y Lidia fue decisiva y determinante, sé que sin ellos hubiera abandonado, no tengo ninguna duda. Subestimé un poco el desnivel de la carrera y llegué muy justo, pero ellos entendieron perfectamente mi estado, me apoyaron y dieron lo que me hacía falta, y es que no hay nada mejor que la amistad para sobreponerse a estas situaciones. Recuerdo las palabras de Mia antes de partir: ahora cogetelo con calma eh? poco a poco y ya verás como te encuentras mejor.
Y así fué, subí toda aquella montaña, el monte Partenio, con pasión, adelanté tres o cuatro corredores y me volví a sentir algo más que una piltrafa humana ...

Muerto en vida...
Una vez arriba empieza una bajada con una pendiente considerable, llena de piedras y larga, muy larga. Bajo muy despacio, primero, para no cargar los quádriceps en exceso y segundo, porqué no me quiero caer. La cosa pinta bastante bien, sólo tengo que ir haciendo como hasta ahora y eso ya lo tengo ...
mentira! falta mucho todavía, es de noche, estoy cansado y me duelen mucho los pies. Pero en lo mas profundo de mi ser, lo estoy disfrutando, estoy corriendo la ultramaratón más importante del mundo, la madre de todas las carreras y todavía estoy vivo y sigo en carrera, mientras me quede una brizna de energía seguiré y ahora mismo, mantengo la ilusión y el entusiasmo que me ha llevado hasta aquí todavía intacto.

Kilómetro 162, llevo veinte y tres horas justas. Tengo frío. Sigo vivo.


Avituallamiento en plena noche, recuerdo unos pinchos al limón que me trajo Lidia...

Hace una fría noche y tengo que parar a abrocharme las zapatillas porque noto que me están rozando en los talones, pero me da pereza porque me tengo que quitar los guantes. Finalmente lo hago y, durante un par de horas voy mucho mejor, pero luego me doy cuenta que me aprietan demasiado y todavía me duelen más los pies. 
Se está haciendo de día, hay una espesa niebla que enrarece todo el ambiente y sigo con la tontería del pie, parece como que se me haya roto un tendón o algo así, el dolor es terrible. Empiezo a caminar apoyando el pie por la parte de afuera, pero se me hace insoportable el dolor. Queda todavía diez kilómetros para llegar al punto de asistencia y eso me está matando. Ahora mismo correría pero no puedo, el pie me quema y a cada paso es como un martillazo.

Veo como la carrera se me escapa, ay madre mía que no llego, ay que no termino. Pero no. Llego finalmente al avituallamiento, a duras penas, roto por dentro y con los pies destrozados. Me cambio nuevamente de zapatillas y la cosa mejora muchísimo. Vamos David, que todavía estás en carrera!, los ánimos de mis ayudantes valen por mil y yo voy pasando por todos los estados anímicos. Paso de la miseria más absoluta y arrastrarme, a correr a buen ritmo y con optimismo, exultante.
El correr estas distancia ya las tiene estas cosas, conozco bien esa sensación, en cualquier momento la cosa se tuerce y parece que te vayas a morir, y poco después, te sientes  superman.

Empieza un nuevo día y con el, nuevas sensaciones, pero todavía estoy haciendo lo que hacía ayer, el paso del tiempo es un misterio, a veces parece que lleve sólo un rato corriendo y ahora mismo parece que lleve una vida entera. Ya no sé que me pasa, me siento extraño, falta mucho y me duelen tanto los pies que sólo quiero parar de andar de una vez. Pero no lo haré. Llegaré aunque sea de rodillas, esa es la actitud.
Es curioso como la voluntad modula los pensamientos y los pensamientos hacen las acciones y ahora vuelvo a correr, y con muchas ganas. El caminar es para los débiles y yo soy fuerte, quiero ser fuerte. Dale caña otra vez David!

Kilómetro 200, me quiero morir, estoy reventado y voy fundidísimo, tengo mucho sueño y no puedo más. No puedo. Me tumbo en el suelo y sólo quiero dormir, dormir y dejar de sufrir de una vez. Mia me recuerda algún abandono de alguna otra carrera y me hace ver que abandonar no es una opción, hay que seguir, si o si. Dentro de mí, guardo todavía una pequeñísima gota de energía y me vuelvo a levantar y sigo, aunque parezca imposible, sigo.
Me pregunto a mí mismo si cruzar estas líneas vale la pena, ¿donde esta el límite ?, ¿dónde está el puto límite? El límite lo pongo yo, así de sencillo, y así de difícil.


A solo 24 km de Esparta, reír para no llorar...

Venga vuelta a empezar. Todavía tengo energía para correr, es un correr muy lento, doloroso, pero el suficiente y necesario para seguir avanzando. El sol brilla con toda su intensidad y hace un calor de mil demonios, me está dando una paliza que la cabeza parece que me vaya a estallar.
Me leen los mensajes de ánimos que me llegan y no puedo más que emocionarme, estoy contento porque sé que no estoy solo en esta aventura, tengo el apoyo de los que me quieren y eso no tiene precio. Me reconforta saber que en el fondo no estoy solo. Esto lo acabaremos entre todos.
La carretera sigue subiendo y subiendo, y luego bajando y bajando y así por todo el tiempo, kilómetros y kilómetros de asfalto que se hacen interminables. Los coches y camiones pasan muy cerca de mi, alguno quizá demasiado, pero ya no me afecta. Voy como un zombi, a paso lento pero con una sola determinación; llegar a Esparta.




Los mensajes de mis hijos...y de mis animales, ha ha ha...

Cuando me faltan 30km empiezo a entrever que esto, tal vez, y digo sólo tal vez, quizás, pueda terminarlo. Se que en cualquier momento puede pasar cualquier cosa y aunque me encuentro relativamente bien y la determinación es de hierro, soy consciente de que estoy en un estado muy vulnerable.

Los últimos kilómetros no se muy bien como fueron, ni tengo muy claro como los hice, tengo una niebla mental y queda todo difuminado, sólo recuerdo un sol que me quemaba la piel y un sentimiento de felicidad al ver que faltaba tan poco y que sería capaz de terminar.

Quedan diez kilómetros chaval, eso ya lo tienes, ahora si que si, lo veo clarísimo, el Spartathlon es tuyo!. Pero no, todavía no, estos diez kilómetros se tienen que correr  y en mi estado esto supone más de una hora y media.

Nueve kilómetros.

Seis kilómetros.

Veo Esparta allí abajo, a lo lejos,  y esto no se acaba nunca, por Dios, nunca.

Dos kilómetros.

Empiezo a correr y de repente se me pasa todo, todo el cansancio y todo el dolor se quedan en nada, sólo corro. La gente aplaude desde los balcones, los coches tocan la bocina, los niños corren a mi alrededor. Se me humedecen los ojos, no lo puedo evitar. Me pongo a llorar como un tonto mientras corro a todo lo que mis piernas maltrechas me dejan, me siento invencible. Estoy en un estado muy dificil de describir en palabras, como en una nube. El último kilómetro lo hago a 03:30, totalmente desbordado por las emociones que me brotan de dentro. Estoy en la última recta y ya veo la estatua de Leónidas allá al fondo. Ostiaaaa, por fin! lo he conseguido! había visualizado este momento mil veces y ahora era real, es real!

He hecho muchísimas carreras en mi vida y he disfrutado de muchísimas metas y llegadas, pero aquella fue realmente especial, la recordaré para siempre. Toqué los pies de Leónidas y me pusieron una corona de olivo, bebí agua sagrada del río Eurotas, me sentí en paz conmigo mismo. Lo había conseguido.









La Spartathlon ha sido un punto de inflexión en mi vida deportiva, una carrera que ha significado un reencuentro con mi yo corredor y mi espiritu más profundo, una experiencia casi mística por los caminos de la historia.
La Spartatlhon es una carrera muy especial, pero a la vez muy normal y para gente muy normal. Me considero un corredor mediocre,  como cualquier otro y esta carrera está al alcance de quien se lo proponga, sólo hace falta determinación y sobre todo mucha pasión y tal vez un poco de suerte. En mi caso tuve el soporte de Mia y Lidia y eso es lo que marcó la diferencia, quisiera agradecer desde aquí su ayuda, ellos también hicieron una carrera de ultrafondo siguiéndome durante un día y una noche. Muchísimas gracias!



Lidia y Mia, mis angeles de la guarda.




Muchas gracias tambien a toda mi famila, por aguantarme todos esos meses de entrenamientos, a mi grupo habitual de entrenamiento, con David kipelio al frente, a Fanàtik por su apoyo logístico, a Marc, mi fisio y a todos que de una manera u otra me dieron animos y confiaron en mi, a todos, muchísimas gracias.
Ya soy espartano!


SPARTATHLON

 


Aquest és el cap de setmana d’una de les millors curses del món, i no, no parlo de l’Ultrapirineu, cursa al igual que l’UTMB, totalment sobrevalorada. I la veritat, no ho entenc, a mi els punts ITRA i les Stones-merdes aquestes em són totalment indiferents, però que hi farem, les coses són així...

Parlo de l’Spartathlon, origen de la marató i mare de totes les curses. Una cursa que va significar per a mí, un abans i un després i que espero poder repetir algun any per tercera vegada. Allà hi corren molts amics, hi dic corren perquè allà és el que s’ha de fer, córrer de veritat, hores i hores i caminar poquet. Els hi desitjo molta sort a tots, Leònides us espera!

Crònica del 216 aquí i del 2017 aquí

25 de set. 2023

BACKYARD ULTRA SANT JOAN LES FONTS

 


Segona participació meva en aquest tipus de cursa, un format molt diferent al que estic acostumat, però al final sempre es tracta de córrer, córrer i compartir amb un munt d’amics això que tan ens agrada.

10 hores i 10 voltes a un circuit molt maco, de 6’7km, al costat del riu, al que havíem de travessar per les pedres un parell de vegades, alguna pujadeta que amb el pas de les hores cada vegada puja més, escales, algun tram d’asfalt, una mica de tot però tot molt ben parit.

Tenia clar el que volia fer, l’endemà treballava i no podia fer-hi la nit, així que voltes ràpides i almenys que surti un bon entrenament, la última a tota metxa i amb només 34 minuts. Total 67km.

Res, una prova molt maca en un indret molt bonic, organitzada amb moltes ganes i molt bon rotllo, i molts amics per disfrutar-la junts.

Gràcies a tots. Tornaré.















3 de set. 2023

19 d’ag. 2023

PUJADA AL COLLET DE LES BARRAQUES

 




L’any passat hi estava inscrit i no vaig poder córrer, vaig tenir molta febre per la nit i vaig acabar amb un covid molt xungo que encara n’arrossego seqüeles, així que aprofitant que ho cronometra el meu equip, 9hSports, decideixo a ultima hora participar-hi. Només fa una setmana que vaig córrer les 100 milles, i encara no estic recuperat al cent per cent, però faré el que pugui.

Una cursa de 9km només i un desnivell positiu de 600m, per carretera. Una cursa de festa major i molt casolana, m’encanta. He sortit a un ritme controlat i tal i com he sortit, he arribat, fent alguna apretadeta cap al final per intentar baixar de una hora. Muscularment m’he trobat bé, tot al seu lloc, però encara em noto cansat, és normal. I res, objectiu aconseguit: gaudir de la natura, dels amics que m’he trobat i d’un bon esmorzar.

Al final 57m 30s. 8è general i 1er màster

Seguim.




15 d’ag. 2023

100 MILES DE FRANCE


 

Porto una bona temporada intentant fer la marca mínima per tornar a l’Spartathlon, ho vaig provar a les 12h de can Dragó, on em vaig retirar als 50km, vaig tornar-ho a provar al cap de dos mesos a Serrahima i vaig acabar amb 111km, quan la marca es de 120km. Al maig passat vaig anar a l’ultra Ardeche, de 222km per intentar acabar-la amb 36h, i tampoc, em vaig retirar al km 118. Així que volia tornar a provar a les 100 milles de França, una distància que no he fet mai, i que haig de fer amb 21h.

I així es com em va anar:

Les curses d’ultrafons tenen un factor mental determinant, amb això vull dir que si ha d’anar preparat física però també mentalment, aquesta vegada era diferent de moltes altres; els dies abans em sentia que no estava preparat, que potser no havia entrenat prou, que m’he fet vell i que no era el moment, fins i tot vaig estar a punt de cancel·lar-ho tot i deixar-ho estar. Però no, era tot mental i la veritat es que no et pots donar per vençut mai, i menys sense haver-ho intentat, així que finalment em torno a presentar a la línia de sortida d’una cursa d’una una certa envergadura, amb tots els dubtes i totes les pors, però decidit a provar-ho.

Aquesta vegada torno a portar un amic que em farà l’assistència, que no pot ser ningú més que en Mia, ell és el millor que et pot passar en una cursa d’ultrafons, les seves decisions i els seus fets el converteixen en un avituallador professional i sé que amb ell la cosa anirà bé.

Sortida a les 7 del matí, amb un grupet de catalans entre els quals hi ha en Lluís i el Paco, a tots dos els conec i he corregut moltes vegades, però cadascú farà la seva cursa. He dormit a dins el cotxe en un matalàs i he descansat prou bé, amb el temps he après a gestionar els nervis del dia abans, tot i que ja ens van avisar que es preveuen temperatures de fins a 39 graus. Però res, miro de no pensar-hi amb això, ni amb això ni amb la distància, es tracta de córrer i res més, tot el que em vagi trobant ho aniré entomant com sàpiga i ja està, al final això es esport i prou, tampoc no m’hi va res.

La cursa va per una antiga via de tren, vorejant el riu, molt semblant a la ruta del carrilet de Girona. El desnivell es suau i progressiu, però alguna pujada si que hi és, 600+ en total. Es tracta d’anar fins al km 80 i tornar pel mateix lloc.

Em trobo bé perquè porto 15 dies sense fer res, això es un hàbit que amb el temps he anat aprenent i em va molt bé, després de fer 500km en un mes i rematar-ho amb la cursa de La Bonette, he descansat totalment i ara em sento de meravella, alguna molèstia però res.

Surto bastant al davant i de seguida coincideixo amb en lluís, un corredor amb un currículum en curses llargues que fa por, anem junts fins al km trenta més o menys i allà ell es posa a davant. Els avituallaments cada 6-8 km, on en trobo en Mia que em té preparat menjar, glaçons per l’aigua i de tot, es un crack. Passo la marató amb 4h 10 i relativament bé. Aquesta es una dada que sempre miro, i el temps emprat en la distància em dona informació de com estic. Una marató es una marató i mai es fàcil, per arribar fins aquí s’ha de tenir paciència i anar sumant. Però encara falta molt, moltíssim, millor no pensar-hi.

A les 11 del matí ja estem a 33 graus, sort que al camí hi ha ombretes i passa aire. No paro de beure i de prendre sals i a cada avituallament m’emporto els dos bidons plens.

Cap al km 50 mes o menys la cosa es comença a posar una mica xunga, no he parat de córrer ni un sol metre i em noto cansat, fa molta calor i cau un bat de sol que t’esquerda el cap. Correm juntament amb els que “només” fan 100km i ja em començo a trobar corredors que tornen i que han girat al km 50. Aquí començo a patir una mica, i tinc els meus dubtes de si girar i fer també els 100km, però no, he vingut a fer 100 milles i ho faré, si mes no ho intentaré. Aquesta es l’actitud; no et pots deixar intimidar mai, ni per la distància ni per la calor ni per res, aquest tipus de curses s’acaben perquè t’ho proposes de veritat, perquè hi ha una força interior i una determinació profunda i inalterable que et fa continuar com sigui.

A partir del 50 i fins al 80 es un veritable calvari, fa moltíssima calor i no hi ha ni una ombra, a més fa pujada, no molt dreta però llarga i persistent, sort en tinc d’en Mia que em dona glaçons, i vichy fresc i sobretot em dona la tranquil·litat de saber que hi ha algú que em recollirà quan caigui mort... em cago amb la puta, que això es molt dur! Però jo m’ho he buscat, sóc aquí i ja està, ara el meu món es redueix a gestionar tot això; hidratar-me tant com pugui i seguir avançant. Em trobo els primers corredors que ja tornen i uns em diuen que falten 6km i altres que en falten 2, vaig molt ratllat, n’estic molt fart, però finalment arribo a l’avituallament del km 80.

Au, mitja volta i torna per allà on has vingut, capullo. Però ara estic més animat perquè ja començo a restar, i em diuen que vaig dels 10 primers, que sempre motiva, a més, vaig fent càlculs i crec que podré acabar-ho amb 21h, però encara no puc cantar victòria, falta molt.

I cap al km 100 arriba aquell moment tan ben parit que et regala l’ultrafons; em trobo molt bé, els núvols han tapat el sol i s’hi està una mica millor, m’ha tornat l’energia i no em fa malt res. Gaudeixo del córrer com mai i faig uns quilòmetres a ritme, imparable, em salto l’avituallament i segueixo corrent com si acabés de sortir, és brutal aquesta sensació; saber que he nascut per córrer i per estar aquí, ara i fent això.

Però tot dura el que dura, clar, ja ho sé, però fet i fet ja estic al km 120, fa hores que vaig sol i s’ha fet de nit, negre nit, sense el frontal no es veu absolutament res, i començo a patir per la bateria. Si s’acaba quedo aquí al mig del no res i no sé que faré. Poso la intensitat al mínim i començo a apretar per arribar al pròxim avituallament el mes aviat possible. Vaig molt ratllat, només pateixo pel putu frontal i els quilòmetres costen molt de passar. Quan per fi arribo a l’avituallament li dic a en Mia que tinc ganes de plorar, ell riu però es la veritat, m’he estressat molt i vaig molt al límit, no he pixat en tot el dia i no he parat de beure litres i litres i tinc molt mal cos.

Però vinga, segueixo corrent, sempre corrent, mirant el rellotge i pensant que no arribo amb les 21 hores. Intento caminar el mínim i encara que es un córrer putruc putruc es més ràpid que caminar. De fet, a mi no m’agrada caminar, jo sóc corredor, i si en una cursa haig de caminar més que no pas córrer, ja puc plegar.

 

Passo una corredora i en un avituallament em diuen que vaig quart, no m’ho puc creure...estic molt content de com ho estic gestionant tot plegat i tot això em dóna força per continuar.

Em falta una marató, una maratoneta  pim pam, n’he fet moltes a la meva vida i pot semblar poca cosa, però no, sempre costa, sempre, aquí no regalen res i ho haig de lluitar fins al final. I el que cal es paciència, concentració, focalitzar tota l’atenció en seguir corrent i deixar passar el temps i els quilòmetres. Em fan mal les cames i tinc l’estómac una mica regirat però no penso, només continu i segueixo esforçant-m’hi tan com puc. No estic ni bé ni malament però a l’arribar en un avituallament em diuen que em queden 8km per arribar a l’altre i m’agafo aquesta distància com a fita, 8 km només, va, i després ja veurem. Però arribo al 8 i després al 9 i al 10 i no trobo res, em sembla que m’he perdut i estic molt emprenyat, això es una merda; negre nit, absolutament fosc al mig del no res, intentant seguir les fletxes vermelles que busco desesperadament i mig mort. Truco a en Mia i una vegada més em salva la vida, em calma i em dóna confiança, m’envia la ubicació i estic nomes a 400 metres...ostia quina ratllada...

Va!, nomes em falten 5km, avituallament, i 6 més i després ja arribo. Passo la tercera dona que va arrossegant-se, jo no es que vagui molt fresc però vaja, encara puc córrer. Al cap de poc passo a la segona, que també va feta misto, i res, això ja ho tinc.

Em trobo en Mia de nou i em diu que ja arribo, no m’ho puc creure! això ja s’acaba i estic super content. Creu-ho una vegada més l’arc d’arribada d’una cursa que m’ha costat molt, moltíssim, però que em sabut gestionar fins al final, i ho dic en plural perquè ha sigut gràcies a en Mia, moltes gràcies tio, fem molt bon equip!. I a més he quedat cinquè de la general i amb un temps de 20h i 11m, objectiu aconseguit!

Aquesta cursa, organitzada amb molt carinyo per Laurent Bruyère, m’ha fet retornar la il·lusió per les curses llargues i planes, no de muntanya, que son les que m’agraden, quedo sorprès del que encara sóc capaç de fer amb 56 anys i això em dona força per continuar i seguir somiant en tornar a Grècia.

Moltes gràcies a tots! vinga, gas a la burra!








 




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